Uma vez vi um cartoon na imprensa espanhola que mostrava o mapa de Portugal, Espanha e França. Portugal e França estavam assinalados com a expressão “Países normais”.
Hoje, leio no “Periodista Digital”, a propósito do congresso das ordens religiosas, realizado em Lisboa, no início de Novembro, algo que me faz lembrar o cartoon da excepção espanhola. Na verdade, nem parece que Mariano Sedano fala de Portugal. Um português escreveria o texto? Provavelmente, mais depressa procuraria exemplos positivos em Espanha e França do que em Portugal. Mesmo que saiba que em Espanha há um laicismo agressivo, diria que em Portugal acontece aproximadamente o mesmo. O espanhol acha que não.
Mas sem dúvida que isso acontece do ponto de vista político e de alguma opinião pública. Vejam-se os políticos finalmente a reconhecerem que o fim dos contratos de associação (que permitem que os alunos frequentem 93 colégios gratuitamente) é mais uma questão ideológica (porque sabem que uma boa parte do ensino privado e cooperativo está nas mãos da Igreja católica) do que económica (afinal, ninguém desmente que o ensino privado é mais barato do que o público). Mas em Portugal o clero é mais pacificador.
Vejamos o que diz, afinal, o texto (retirado daqui):
En Portugal llevan todo el año celebrando el centenario de la proclamación de la República en 1910. La Memoria histórica de este evento es especialmente dolorosa para los religiosos, porque el inicio de la República significó el fin de la presencia de las órdenes religiosas en Portugal. De hecho, una de las primeras medidas del nuevo régimen fue abolir las Congregaciones y expulsar a los religiosos.
Esto tampoco es nuevo en la piel de toro. A un lado y otro de la frontera, hemos estado siempre detrás de los curas y frailes, sea con una vela en la mano, sea con una estaca.
Lo más curioso, es que la memoria histórica de esos sucesos no se ha hecho en clave de revancha, ni de reivindicaciones estériles. Hoy las diversas congregaciones están profundamente integradas en la vida de Portugal y su presencia es numerosa y significativa en todas las esferas de la vida social y cultural. El anticlericalismo, otrora beligerante, hoy no es moneda de uso allí.
Algo así sería impensable en España. Entre nosotros un anticlericalismo trasnochado, acrítico y simplón sigue vivo en toda la clase política. En unos como orgullosa herencia del pasado (izquierda) y en otros como amenazante espada de Damocles, si se hace algún gesto de reconocimiento social o cultural del hecho religioso (derecha).
Si a esto se añade que el Presidente de la República, el Primer Ministro, varios ministros y los Rectores de todas las Universidades portuguesas han formado parte del Comité Organizador, asumiendo sus costes así como la publicación de las actas del congreso y de una Enciclopedia de las Ordenes y Congregaciones religiosas en Portugal y han tomado parte en el Congreso o enviado un mensaje de apoyo, nos parece estar en otro mundo.
Ejemplos como este, nos hablan de la mediocridad personal e intelectual de la clase política española y de gran parte de nuestra opinión pública que aprueba o no se opone a esta miopía patente. Nos queda mucho camino que recorrer. Portugal…¡tan cerca…. y tan lejos de nosotros!
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