No blogue do jesuíta Pedro Lamet, “El alegre cansacio”, uma nota de agradecimento ao núncio D. Manuel Monteiro de Castro (aqui), que deixou a Espanha no início de Setembro para assumir o lugar de Secretário da Congregação dos Bispos.
Diz Lamet…
… que o cargo de núncio “es una reliquia de otra época, cuando el papa era un rey y tenía embajadores del Estado Vaticano”;
…que “los especialistas en Historia de la Iglesia aseguran que este sutil sistema ha sido útil para la independencia de la Iglesia”;
…que con Juan Pablo II, vinieron [para Espanha] nuncios bastante medíocres (Tarancón, me dijo de Innocenti: “Es un tonto integral”);
…que ficou com boas impressões no “par de veces” que falou com Manuel Monteiro de Castro. “Un hombre sencillo, tranquilo, con esa suavidad portuguesa y al mismo tiempo libre y templado”;
…que o bispo português “«nombró» 70 obispos";
…que “sin dejar de decirles sus verdades a los gobernantes mantuvo abiertas las conexiones con la Moncloa, cuando temas como la Cope y otros mantenían la situación al rojo vivo”;
…que Rouco [Varela, cardeal de Madrid] não gostava lá muito do português e que tinha os seus próprios vínculos com Roma;
…que "en este caso la figura del nuncio ha sido lubrificante en los engranajes demasiado endurecidos de la Iglesia española. Para esto puede servir un nuncio y es de agradecérselo a Monteiro”;
Por fim, Lamet afirma que se lhe perguntarem se os núncios são necessários responde: “Con el Evangelio en la mano, no; como no veo que el Vaticano siga siendo un Estado, ni “el siervo de los siervos de Dios”, su jefe, que con esos honores viaja y actúa en el mundo, por mucho que, afortunadamente, se haya espiritualizado social y públicamente su figura”.
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